Dirección y Acompañamiento Espiritual
La dirección espiritual tiene varias aristas e infinidad de definiciones. Aquí un par de las que consideramos más cercanas a lo que en el CAI se ofrece: la primera es de P. Williams A. Barry S.J. y P. William J. Connolly, S.J. en su notable libro “Práctica de la Dirección Espiritual” y la definición es:
“La ayuda que un cristiano presta a otro y que lo capacita para atender a la comunicación de Dios con ella, a fin de que crezca su intimidad con Él y que sean más efectivas las consecuencias de dicha relación”.
Esta dirección se enfoca a la experiencia, especialmente religiosa. La segunda es la definición de John Wright, S.J. en la obra “Tratado de la Dirección Espiritual», lo expresa de la siguiente manera:
«Una situación interpersonal, en la que una persona apoya a otra para que desarrolle y alcance la madurez espiritual: que es la vida de fe, de esperanza y de caridad”.
Aquí se identifica la fe con la vida de oración del dirigido, y la esperanza con las “dificultades, penas, contrariedades y problemas; y el amor con su vida en comunidad cristiana”.
La visión de integralidad que en el CAI privilegiamos nos lleva a trasladar estos conceptos al área de la salud. Luego entonces el hilo conductor de la espiritualidad que manejamos, invariablemente con un sentido de total congruencia con la Doctrina Católica, nos permite hablar de una: Terapia Espiritual, pues se habrá de tomar en consideración las alteraciones y los trastornos espirituales en función de una armonía terapéutica.
De manera concreta en esta visión integral entendemos las cuatro áreas de la persona humana en relación a la salud:
- Salud fisiológica (corporal)
- Salud mental
- Salud emocional (social – relacional)
- Salud espiritual
Nos referiremos en esta ocasión a la salud espiritual que en sus rasgos generales puede considerarse en los siguientes puntos:
- Ausencia de pecado
- Capacidad afectiva de amar
- Estado de Gracia
- Procesos de divinización filial
A la luz de estas características de la salud espiritual, se deduce que la enfermedad espiritual consiste en un estado de pecado que impide el ejercicio del amor a Dios, al prójimo y a sí mismo, interrumpiendo las relaciones de amistad y gracia con Dios, lo mismo que el avance en el proceso de divinización filial.
Aquí una definición desde el punto de vista del psicólogo alemán Ph. Lersch que nos permite una visión integral de la persona humana:
“Espíritu significa, en el hombre, comunicación y trascendencia y posibilidad de participar en lo que se halla más allá del individuo y su interés inmediato”
De manera que en el CAI entendemos que el acompañamiento espiritual, desde la dirección tiene que tener en cuenta la etiología, el origen de estas enfermedades. Acércate, pregunta y procúrate una Dirección Espiritual.