Durante este tiempo de confinamiento forzado por las circunstancias mundiales, hay diversas reacciones ante lo que estamos viviendo y experimentando. Muchos son signos visibles estruendosos y otros invisibles silenciosos, a estos últimos son a los que hay que poner mayor atención, aunque sean los menos identificables.
Igualmente hay distintos grupos de personas ahora tan clasificadas: baby boomers, millennials, generación x, z, etc., como padres de familia debemos estar especial y particularmente atentos a nuestros pequeños hijos. Pero muy particularmente a quienes se encuentren en edades que fluctúen entre los 7-8 y 12-13 años. Estudios científicos muy difundidos por el Dr. Calixto neurociencista, refieren que la experiencia de vida durante esta etapa va a ser determinante en la estructura de su personalidad. Quienes experimenten mentiras, serán mentirosos; quienes experimenten manipulación, serán manipuladores y así sucesivamente con las experiencias de vida durante esta etapa.
La circunstancia de vida los ha llevado a experimentar la pandemia del Corona Virus, y les está dejando como experiencia, una “DEVASTACIÓN EMOCIONAL”.
Y la referencia la tenemos igualmente a nivel científico, un estudio de la OMS dice que en los últimos 15 años se ha identificado un agudo incremento en las enfermedades mentales infantiles, algunas de ellas pudieran alcanzar proporciones epidémicas, algunos ejemplos:
• Uno de cada cinco niños tiene problemas de salud mental.
• TDAH a crecido en un 43%
• En adolescentes (9 a 14 años) el incremento en depresión es del 37%
• Y 200% de aumento en la tasa de suicidios de este sector de adolescentes.
Este grupo y los que vienen detrás, son adolescentes y niños que están siendo expuestos a una enorme sobre estimulación y sobre retribución de cuestiones materiales, y han dejado en desuso los aspectos que conforman una infancia saludable.
Esto a partir de la imposibilidad de contar con progenitores emocionalmente disponibles, y los que hay, están en su mayoría en desequilibrio emocional. Luego entonces no cuentan con claridad en la definición de límites, con orden, con disciplina que les permita tener nutrición sana, rutinas apropiadas para: levantarse, asearse, estudiar, jugar (digitalmente y al aire libre principalmente), dormir, convivir, etc. Cuando lo más importante por trascendente es propiciar su creatividad, sus habilidades interpersonales, los espacios de aburrimiento intencional (que dará paso a la reflexión personal).
Permitamos que cuenten con nuestro apoyo y orientación para que puedan cumplir con sus responsabilidades y tareas. No haciéndolo por ellos, sino animándolos y reconociéndoles sus logros. Todo esto siempre desde un AMOR INCONDICIONAL, que les permita un equilibrio y un sano desarrollo de su inteligencia emocional.
De manera que para evitar la “devastación emocional”, es necesario no solamente padres con presencia física, sino padres emocionalmente equilibrados, es decir padres que se hayan preocupado por sanar sus “heridas primarias” o que estén en el proceso de sanación. De esta manera evitarán infringir estás heridas en sus propios hijos.