En los diversos sistemas familiares, los roles deben estar perfectamente definidos, sin embargo, llegado el momento pareciera que hay un “enroque” de roles, debido a la circunstancia y consiste en que nos vemos “convertidos en el padre de nuestros padres”.

Sin lugar a dudas, este tiempo exige la mayor dificultad que un rol pueda tener dentro del sistema familiar, pues el orden natural pierde sentido, todo hace pensar que el hijo se convierte en el padre de su padre, y cuando la ecuación de la protección se invierte, se puede perder la ubicación, el sentido y generar un caos que lastima y lastima a todos.

Cuando son los padres quienes “cuidan de los hijos, bailan los padres y bailan los hijos; cuando los hijos cuidan de los padres, lloran los padres y lloran los hijos”, (Sabiduría popular judía).

En realidad, es un rol de hijo, al que nunca nos “asomamos”, nunca lo vimos, ya sea por falta de visión o porque deliberadamente no quisimos hacerlo. El rol de hijo eventualmente llega a esta dinámica, sin embargo, el discurso paterno muchas de las veces ha sido tan poderoso que tanto el mismo padre como el hijo lo creen a “ojos cerrados”, y ahí la raíz de los problemas.

De manera qué llegado el momento, el padre insiste en ejercer la autoridad, mantener las creencias, seguir las tradiciones y todas las cosas como siempre se han hecho y hace uso de todos los recursos disponibles, chantajes, manipulación, presión, etc., siempre bajo su mando y control. Sin tener ya las facultades o los recursos para continuar con la autosuficiencia mínima para gestionar su propia persona.

En contraste a esto, el hijo, tiene que tomar decisiones, destinar recursos, invertir tiempo y administrar su vida ya como jefe de familia, y ahora se suma la responsabilidad de atender a las necesidades de un progenitor con toda la dignidad que una persona humana debe tener, y que ahora depende de ti.

¿Te has preparado para ese momento? ¿En tu familia de origen se trabajo la humildad como virtud? ¿Qué has previsto con ese enfoque en la educación de tus hijos?

Como padre tenemos la obligación de proporcionar a nuestros hijos, educación, manutención, protección, formación y amor incondicional, en su primera etapa. Y una posibilidad ideal en nuestro proyecto de vida, sería que una vez yo progenitor alcanzará la condición de adulto mayor, tendría que mostrar a nuestros hijos agradecimiento, humildad, docilidad y obediencia, sustentadas en la confianza y seguridad respecto de la sólida formación en el ámbito ético – moral y emocional.

“…en verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras” (Jn 21, 18)

¿Cuál será tu actitud llegado el tiempo? ¿Serás dócil o vas a querer hacer valer tu voluntad?