El resultado final del maltrato emocional, de la perversión que representa el exponer al menor al conflicto de lealtades, es que el infante habrá aprendido a fingir y a mentir para sobrevivir.

El alienado, será obligado a olvidar y borrar segmentos de su memoria originados en sus vivencias reales, en los que aparecía el progenitor denigrado. Por el contrario, tendrá que considerar como recuerdos realmente vividos, sucesos imaginarios inducidos por el alienador, en los que el progenitor denigrado aparece mostrando facetas negativas y odiosas. Esto es una perversión pues se somete a los pequeños a un neurotizante conflicto de lealtades.

Finalmente, los hijos romperán, injustificadamente, los lazos afectivos con un progenitor plenamente capaz y afectuoso. Perderán el vínculo con una figura de referencia fundamental para su armonioso y sano desarrollo.

Según Richard Gardner, los ocho síntomas primarios que usualmente aparecen en los niños afectados con el Síndrome de la Alienación Parental, y que permiten su identificación son los siguientes:

1. Campaña de denigración. El niño está obsesionado con odiar a uno de los padres, a quien tratan no como a un enemigo, sino como a un completo desconocido cuya proximidad siente como una agresión.

2. Débiles, absurdas y frívolas justificaciones para el desprecio. El niño plantea argumentaciones irracionales, incoherentes, o absurdas y a menudo ridículas para no querer estar cerca del progenitor denigrado.

3. El hijo alienado muestra un odio sin ambivalencias, sin fisuras ni concesiones. Es decir, todo es bueno en un padre y todo es malo en el otro.

4. Fenómeno del “pensador independiente”. Muchos niños afirman orgullosamente que su decisión de rechazar a uno de sus padres es completamente suya. Niegan cualquier tipo de influencia por parte del padre alienador.

5. Apoyo o defensa del progenitor alienador en el conflicto parental. Por lo que se le ve como un “guerrero” cruel y fiel del alienador.

6. Ausencia de culpa hacia la crueldad y la explotación del progenitor denigrado. Muestra total indiferencia por los sentimientos del padre odiado, de modo que cualquier ataque a su persona carece de sentimientos de culpa.

7. Presencia de argumentos prestados. La calidad de los argumentos parece ensayada. A menudo usan palabras o frases que no forman parte del lenguaje de los niños.

8. Extensión de la animadversión a la familia extensa y red social del progenitor denigrado. El niño rechaza a personas que previamente suponían para él una fuente de gratificaciones psicológicas.

Continúa…